CHOLA CUENCANA es la melodía que alegra a los cuencanos y los anima a cantar y bailar en sus fiestas cívicas y familiares; llegando a considerarse el “himno popular” de los cuencanos. La “Chola Cuencana”, letra y música, es la creación de dos cuencanos ilustres, Ricardo Darquea Granda y Rafael Carpio Abad; cuyos nombres jamás serán olvidados, porque los cuencanos siempre los amarán y recordarán con enorme gratitud.
RICARDO DARQUEA GRANDA nació en Cuenca, el 27 de octubre de 1896. Sus padres fueron el señor Carlos Darquea y la señora Sofía Granda. Siendo niño quedó huérfano de madre, circunstancia que le causó mucho sufrimiento y dolor; cuando más necesitaba el cuidado y amor de su madre. Pero si el destino fue malo, su doméstica fue buena, pues se convirtió en una amorosa y verdadera madre de crianza.
De niño se educó en la escuela de los Hermanos Cristianos y luego en el Colegio donde se educan los grandes hombres, el “Benigno Malo”. Después realizó estudios universitarios en Cuenca, Guayaquil y Quito, especializándose en Literatura.
Se casó en la ciudad de Quito, con Doña Adriana Vivar; pero no tuvieron hijos. Publicó los siguientes libros: “Alba Otoñal” (1939), “Romanza del Sombrero de Toquilla” (1939), “Acuarelas al Sol” (1951), “Rondador” (1955), “Poesías” (1965) y “Romancero de la Chola Cuencana” (1970).
Su poema “Alma de España” escribió para su madre biológica Sofía Granda. Y su poema “Chola Cuencana” escribió en homenaje de gratitud a su madre de crianza, la “Suca” Delfina. Toda su creación literaria es un compendio de amor a su tierra natal; es un elogio a las costumbres y la idiosincrasia de su pueblo. Falleció a los 84 años de edad, en Quito, el 28 de septiembre de 1980.
RAFAEL CARPIO ABAD nació en Cuenca, en la parroquia El Sagrario, el lunes 23 de octubre de 1905. Sus padres fueron el señor Joaquín Carpio Cabrera y la señora Margarita Abad Estrella.
Muy niño, apenas de once meses, y su hermana Mariana de dos años de edad, quedaron huérfanos de madre; haciéndose cargo de cuidarlos la doméstica de la casa, una joven de quince años. Cierto día jugando ella con el niño, lanzándole hacia arriba para recibirle en sus brazos, le venció y cayó el niño al suelo, fracturándose la pierna izquierda; y por más que su padre se empeñó en la curación, el niño quedó lisiado y cojo para siempre. Entonces su padre se encargó de cuidarlos personalmente, sin darles madrastra jamás.
Rafael se educó en la escuela de los Hermanos Cristianos y Mariana en la escuela de las Monjas Marianitas. Después Mariana obtuvo el Título en Corte, Confección y Bordado; una profesión de gran porvenir. En cambio Rafael quería ser músico, como era su padre; pero fue matriculado en el taller de pintura y litografía del insigne maestro Abraham Sarmiento. Desilusionado se dedicó a varias actividades, viajó por varios lugares de la sierra y la costa, llegó a Guayaquil, con penas y sufrimientos pasaron tres años, finalmente decidió regresar a Cuenca, a la casa de su padre, ubicado en el Barrio San Roque, en la actual Calle Del Farol. A su regreso vino resuelto a dedicarse a la música y comenzó usando el “monocordio” y los manuscritos de las lecciones que su padre recibió de los insignes maestros José María Rodríguez, Luis Pauta R. y Francisco Paredes Herrera (padre). Utilizó pianos prestados del señor Alfonso Estrella Marchán, doctor Darío Ordóñez y señor Manuel J. Díaz, practicando tanto que a veces “se quedaba dormido sobre el atril del piano para despertar dolorido de la frente”. Y cierta noche que se disponía a dormir, escuchó insistentes golpes en la puerta, era el señor Alejandro Ugalde Camacho, para pedirle que toque el piano en una fiesta de su casa. Rafael se negó porque no tenía ropa adecuada, y el señor Camacho dijo: “allí no necesitamos ropa sino música. Entonces Rafael arguyó que sólo sabía doce piezas musicales, cantidad ínfima para una noche de fiesta; y el señor Camacho le dijo: “comience con la primera hasta terminar en la doce, luego comience de nuevo y siga así repitiendo hasta terminar la fiesta”. Así fue el debut de la carrera musical de Rafael Carpio Abad.
Al enamorarse de una señorita llamada Rosa, con su letra y música compuso el Fox-Incaico “ROSAS Y ESPINAS”. Y un amigo de apellido Romero, le pidió dicha composición para que interprete la Banda del Batallón Guayas que él diría. En una noche, Rafael le llevó a su padre a la serenata de dicha Banda y luego de escuchar aquella melodía, don Joaquín Carpio preguntó al Director quién era el autor; y el señor Romero le respondió: “esta bonita música es la primera composición de su hijo señor Carpio”.
Poco después Rosa, su amada, fue al altar con otro. Y en la noche del 14 de julio de 1929, Rafael fue llevado a la casa del doctor David A. Ponce, al festejo del Grado de su hijo David Ponce Guzmán; encontrándose con el doctor Agustín Cuesta Vintimilla, quien le propuso improvisar un pasillo. Rafael aceptó con dos condiciones, que el pasillo se llame “CHORRITOS DE LUZ” y la letra contenga su experiencia sufrida con su amada Rosa. Una vez terminado el histórico pasillo, a eso de las once de la noche, cantó por primera vez la niña María Antonieta Ponce Guzmán. Después cantaron en CORO todos los asistentes, y bailaron hasta la madrugada, porque en ese tiempo se bailaba al ritmo del pasillo.
Otro día, estando Rafael con su amigo Reynaldo Saltos Quijano, los dos crearon el pasillo “VIVIR AGONIZANDO”, Reynaldo escribió la letra y Rafael compuso la música. Un pasillo sentimental que fue plagiado con el nombre “Hoja Seca”, siendo reivindicado judicialmente la autoría y el título propio del pasillo.
El insigne cuencano Rafael Carpio Abad tiene una cantidad de anécdotas, que fueron motivos para sus creaciones musicales de todo género y ritmo. Compuso Valses, Pasillos, Pasacalles, Sanjuanitos, Tonadas, Albazos, Danzantes, Cachullapis, Yaravíes, Boleros, Tangos, Pasodobles, Zambas, Habaneras, Cumbias, Villancicos, Foxtrots, Marchas, Himnos, etc. Sus composiciones musicales más conocidas son: “Chola Cuencana”, pasacalle; “Perla Ecuatoriana”, pasacalle; “Debajo del Capulí”, pasacalle; “Panaderita del Vado”, pasacalle; “A Orillas del Tomebamba”, sanjuanito; “Baila Cholita”, cachullapi; “Rosas y Espinas”, Fox-Incaico; “Chorritos de Luz”, pasillo; “Vivir Agonizando” (Hoja Seca), pasillo; “último Suspiro”, pasillo; y otras más.
La melodía “Chola Cuencana” primero fue Pasodoble, compuesto por Clodoveo González. Rafael Carpio Abad la compuso con ritmo Pasacalle, el jueves 23 de agosto de 1949, en el local de Radio “El Mercurio”, para cumplir el repertorio de ese día; utilizó las dos primeras estrofas del poema de cinco estrofas.
Este hijo ilustre de Cuenca, se casó en 1935, con la señorita Sabina Mogrovejo; procrearon once hijos, dos murieron y los nueve son: Martha, Luis, Teresa, Ramón, Mariana, Rosario, Francisco y Mercedes, todos profesores; excepto Rosa, religiosa Marianita. Falleció a los 98 años de edad, el 12 de febrero de 2004; está sepultado en el Cementerio Patrimonial de Cuenca.
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